MATUTE, ANA MARIA / ASENSIO, ALBERT ILUSTRADOR
½Erase una vez un muchacho llamado Bongo, que trabajaba en una herrería. Bongo seálevantaba todas las mañanas a las cinco, cuando el cielo estaba aún negro y titilabanálas últimas estrellas. Bongo bajaba entonces a la herrería, prendía el fuego y ya noádescansaba hasta la hora de comer.+Así, uno tras otro, pasaban los días en la vida del chico, alegrados sólo por el cariño deláHerrero y por las historias que le contaba, hasta que un día la guerra llegó al pueblo yádestruyó lo poco que tenía. Bongo se quedó tan solo que no podía dejar de llorar. Peroáentonces, en medio de las ruinas, apareció un misterioso arlequín con una armónicaámuy especial, que iba a guiarle en un largo viaje hasta la tierra de la paz.
«Érase una vez un muchacho llamado Bongo, que trabajaba en una herrería. Bongo se levantaba todas las mañanas a las cinco, cuando el cielo estaba aún negro y titilaban las últimas estrellas. Bongo bajaba entonces a la herrería, prendía el fuego y ya no descansaba hasta la hora de comer.»Así, uno tras otro, pasaban los días en la vida del chico, alegrados sólo por el cariño del Herrero y por las historias que le contaba, hasta que un día la guerra llegó al pueblo y destruyó lo poco que tenía. Bongo se quedó tan solo que no podía dejar de llorar. Pero entonces, en medio de las ruinas, apareció un misterioso arlequín con una armónica muy especial, que iba a guiarle en un largo viaje hasta la tierra de la paz.