"El aforismo es una bella rareza. Todo en él menos su escueta figura es desbordante y difuso. Si por tamaño fuera, cabría deducir una naturaleza simple, una pureza formal de rasgos perfectamente delimitados. Nada más lejos de la realidad. Su diminuta presencia es sólo fachada, tras ella se esconde una poderosa deflagración de sentido, sorprendente y seductora. Máxima alusión con la mínima expresión. En esa desproporción entre su humilde complexión y la fuerza y hondura de su voz reside su esencia. Estas sutiles miniaturas no recorren el dilatado y prolijo camino del argumento, son pequeños bocados de penetrantes intuiciones donde se aloja el centelleante ingenio de una reflexión sin corolario. Islas de sentido entre dos silencios capaces de abrir nuevos horizontes, de movernos y conmovernos, de evocar y provocar, para entregarnos, tras el inicial deslumbramiento, el testigo de la reflexión".