Nos reconocimos al instante. Eso me repetía una y otra vez mirando altecho. Nos reconocimos al instante, lo pensé entonces, alcanzado porel rayo. Y me lo repetía sin salir de una especie de asombro, parecíauna sensación que embargó a otro hombre en otro tiempo, alprotagonista constante de los melodramas que tanto detesto y que medan a duras penas de comer.