Eugenia de Montijo es uno de los personajes más singulares y peor conocido de la historia europea, y sin embargo una mujer que transformó el mundo en el que le tocó vivir. Hija de un grande de España y formada en Francia e Inglaterra, en 1853 se convirtió en la esposa de Napoleón III y, desde la campaña de Italia (1859), en sus manos recayó el destino de un imperio en decadencia. Tras el desastre de Sedán tuvo que abandonar precipitadamente Francia y refugiarse en Inglaterra, donde intevino en las intrigas que desembocaron en la capitulación de Metz.
Nacida en Granada en 1826, Eugenia de Montijo se convirtió en uno de los personajes más singulares de la historia europea. Al casarse con Napoleón III iniciaba una etapa en su vida que el azar quiso que culminara con la dirección política imperial francesa, lo cual le produciría más sinsabores que satisfacciones. Como ya hiciera en Saladino y en Reina por amor, la escritora francesa afincada en España nos redescubre a un gran personaje de la historia ahogado hasta ahora por la mitificación, el desconocimiento y la incompresión en una novela rigurosamente documentada y de una calidad literaria deslumbrante.