FERNANDEZ DE AVILES ORTIZ, CONCHITA
La luz de la infancia, la que se descubre en los ojos grandes sin fondo y sin límites de los niños, no se desgasta. Cualquiera de nosotros puede recordar, mejor, recordarse, columpiándose, empujado por su padre o por sus hermanos mayores en un columpio casero, construido en alguna rama de un árbol frutal cuyas hojas llenaban de contraluz nuestra cara esculpida en ilusión y riesgo. ¡Zas! ¡Zas! ¡Zas! Y, ahora, más fuerte y más alto: ¡ZAS!, ¡ZAS! Conchita Fernández de Avilés Ortiz columpia entre cuentos y relatos la ternura escondida de las cosas, tal como confesaba Ionesco de su obra. ¡Qué preciosa manera de mostrar la verdad, y la belleza y el bien! Se ha dicho que las mujeres tienen ese carisma particular innato, hecho de sensibilidad aguda y de fi na percepción por la necesidad. Nuestra autora ha hecho germinar esa cualidad sin falsas apariencias. En el columpio de sus cuentos y relatos ùvalga la simbologíaù crea un ambiente familiar de sabiduría, de valores, de sentido. Se cincela la quintaesencia de la ingenuidad de espíritu con pequeños detalles donde se encaja el valor de la v