Desde su infancia como un niño de pueblo en Torredelcampo (Jaén), que sueña con ser cantaor y llega al mundo madrileño de los colmaos, hasta la madura veteranía del dominador de todos los estilos de flamenco. Pasando por las compañías de artistas en el Ejército de la II República durante la guerra civil o una posguerra de ópera flamenca, cartillas de racionamiento, trenes de vapor y tres funciones diarias en los teatros, de Juanito a Don Juan Valderrama, por estas páginas desfila todo el vivísimo mundo del cante y de la copla en el que ha sido figura singularísima y dominadora, que ahora valoran en su magisterio las últimas generaciones de artistas.