Desde que Nacho aprendió a andar, empezó a tropezar con todo. Y cada vez que se caía, se hacía un chichón. Un día de niebla, Nacho subió y subió por la niebla como si fuera una escalera hasta llegar a una nube. Descubrió que allí no se hacía daño si se caía. Pero, ¿cómo iba a bajar ahora?
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