El amor, fenómeno siempre difícil de encuadrar, es el auténticoprotagonista de la reflexión de muchos autores de la Edad Media.Además de ser el punto de partida para conocer sin error, constituyeel único medio para relacionarse de forma auténtica y segura con losotros y con el Otro. Para Guillermo, la vivencia del amor desborda los límites de la razón común, que por sí sola no logra acceder a losmisterios que fundan, sostienen y explican la realidad. Por esto, lainsuficiencia de los sentidos corporales reclama esos otros que soninteriores y espirituales, a través de los cuales se puede alcanzar la sabiduría, realizar la justicia y contemplar la belleza de todo loque existe. La lógica humana no es, pues, la autosuficiencia, queenclaustra en uno mismo, sino el don que procede de fuera y que, alacogerlo, permite participar de Dios, amor derramado por el Espírituen los corazones de los hombres según el modelo del Hijo. El amortiene así una profunda densidad antropológica, pero tambiénepistemológica e incluso ontológica. El sensus amoris de la tradiciónmonástica se revela como la vía decisiva para