A la hora de bautizar la fabulosa maqueta de barco que su abuelo le está construyendo como regalo de cumpleaños, Gavin elige Selkie, nombre de unas legendarias criaturas marinas que siempre están dispuestas a ayudar a los humanos en apuro. Muy pronto, el azar hará que el nombre sea puesto a prueba cuando el anciano sufre una repentina enfermedad que lo postra en una cama, provocando el desaliento de médicos y familiares.