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14 ENE

'Serotonina', nueva novela de Houellebecq

No es su novela más trabajada, pero conserva toda la fuerza del autor francés
'Serotonina', nueva novela de Houellebecq

Michel Houellebecq (1958) lanza en Serotonina un anzuelo periodístico que ayudará a posibles lecturas sociológicas: el Captorix, una pastilla antidepresiva que ayuda a liberar serotonina, responsable de nuestra feliz integración en la comunidad, pero que conlleva un temible efecto secundario, la disminución de la testosterona y la desaparición del apetito sexual. Así, pueden proliferar artícu­los a propósito de Serotonina como retrato de una sociedad en cuidados paliativos, atiborrada de calmantes e impotente; y sin duda éste es el deseo de un polemista como Houellebecq. Aunque quizá debemos matizar que Houellebecq no es exactamente un polemista, sino la última encarnación de una figura romántica con larga tradición en las letras francesas: el dandi. Es decir, el cínico, imperturbable, amoral y raro que realiza un ejercicio de plusvalía y devaluación de su imagen pública y de su obra (voluntariamente confundidas) como símbolo de la moderna sociedad de mercado. Unos versos de otro dandi, Baudelaire, citados en el clímax de Serotonina, ayudan a mirar detrás del anzuelo. “Una vez su vendimia hizo ya el corazón, / el vivir es un mal”. Después del amor, sólo es posible la infelicidad. Y no es otra la lectura de fondo de esta radiografía de la muerte del deseo, tan bruta en sus maneras, pero tan romántica en su fondo: la nostalgia de un amor como el de nuestros padres…

Y algo más, claro.Serotonina tiene además voluntad de novela de formación; lo demuestra la sucesión de peripecias rememorativas del protagonista: sus tres amores puros, sus traiciones a sus ideales como ingeniero agrónomo. No es una de las novelas más trabajadas de Houellebecq, que a veces hilvana los mínimos pespuntes de verosimilitud para permitirse intercalar su diatriba antimoderna. No obstante, puede permitírselo, e incluso autoparodiarse: uno sabe en dónde se mete cuando abre un libro de Houellebecq y agradece la familiaridad de unas fórmulas repetidas con gracia. Pero además, una vez cumplido ese pacto con lo reconocible,­ Serotonina contiene un núcleo maestro que está entre lo mejor que ha escrito Houellebecq. Florent-Claude pasará la Navidad con su amigo ­Aymeric, un aristócrata que ha regresado al campo de su familia a trabajar la tierra; reanuda, invirtiéndola, la relación amo y lacayo. Durante este tramo, que ocupa más de la mitad de la novela, el chiste autorreferencial desaparece, el humor se amarga; y las dos tramas, el final de Europa en manos del gentil monstruo de Bruselas (la pérdida de las cuotas agrícolas) y “la desaparición de la libido occidental”, sueltan sus cargas de profundidad.

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