Nadie está libre de sucumbir al amor y es lícito. Nacemos para ser amados y amar, pero por desgracia hay personas que están más cómodas dirigiendo la vida de los demás que la suya propia. El único crimen de Paquita Cañadas y Francisco Montes fue amarse y querer vivir lo que su corazón les dictaba, y no lo que le imponían los demás. A través de esta lectura, vivirás con ellos sentimientos que a pesar de los años siguen igual. No son tan distintos a los que cualquiera podamos sentir.