Sabido es que no existe buena ni mala fe en repetir lo que se escucha despreocupadamente y se transmite sin propósitos malévolos.
El autor de esta obra realiza una selección que compila la veta autóctona del alma judía en su expresión humorística, en su acento anecdótico, en la pureza de sus chistes; un conjunto que destaca por su honesta calidad. Algunas son altas manifestaciones de cultura que se expresan con la gracia y la comicidad determinada por situaciones especiales.
Liacho pretende aportar una visión responsable del folklore judío, entrelazando, eso sí, lo cómico con lo chistoso, lo humorístico con lo satírico, y lo real con lo imaginario. La crítica que el judío destina a sus males menores es expresada aquí de forma alegre y agria.