Sylvia Plath se definió a sí misma como «una excelente sacerdotisa de lo intelectual»; supera esta concepción su representación como mito trágico de la poesía, evidenciada además por la trascendencia de sus poemas y su compromiso con la escritura, que le valieron la primera concesión póstuma del Premio Pulitzer de Poesía en 1982.
Árboles de invierno, colección publicada en 1971, recoge algunas de las últimas composiciones poéticas de Plath antes de su muerte: desgarradas, seductoras, vívidas. Como señala Daniela Martín Hidalgo, traductora de esta edición bilingüe, los poemas que integra son «manifestaciones de un imaginario poderoso, oscuro e irracional [
] La sexualidad y la maternidad con sus temas relacionados deseo, aborto, crianza, infertilidad ocupan un lugar preeminente en ellos, en versos donde las fuerzas escondidas y femeninas de la vida se presentan como pujando desde la tierra y en lucha contra la violencia, el poder y la muerte característicos de la sociedad patriarcal, así como contra las normas impuestas sobre las mujeres y la explotación de sus cuerpos». La voz poética de Sylvia Plath refleja una profunda herida, pero también una extraordinaria indocilidad; brilló en la mayor oscuridad y abandonó este mundo sin conocer su impacto literario.