Desde que se empezó a estudiar la mecánica de la herencia, los científicos comprendieron que los genes constituían los planos de construcción de la máquina humana, pero suponían que las influencias externas, culturales y paternas eran los factores más importantes en la formación de nuestras personalidades y conductas. Las últimas investigaciones han mostrado que nuestro ADN contribuye en gran medida a determinar si somos alegres o malhumorados, pasivos o agresivos, brillantes o necios, liberales o conservadores.