Tal vez el título genérico de Cuenos perversos no sea el más adecuado para definir la colección dehistorias más o menos breves, algunas brevísimas, que se agrupan en este libro. Lo decimos así porque muchas de ellas no están protagonizadas por gente especialmente perversa, entendida la perversiad como maldad suprema, sino, sobre todo, por criaturas solitarias, desconcertadas, atrapadas en la ratonera de la vida, que buscan la salida del laberinto por el que vagan desde hace años tratando de encontrar una salida que les conduzca a dimensiones más amables. Podríamos decir, pues, que la perversidad de este libro, más que en sus personajes, está en las circunstancias canallas que en mayor o menor medida condicionan y definen sus vidas. Tanto es así que el autor considera que mientras esas circunstancias permanezcan y sobrevivan sus víctimas, no puede ni debe escribir sobre otros temas ni desde otras perspectivas más amables; hacer lo contrario le parecería una frivolidad. Reconozcamos de una vez por todas que vivimos tiempos duros, en los que el escritor y sus criaturas, para conservar su dosis de sensatez, no tienen más remedio que refugiarse en la locura.