Tras la Guerra de Granada (1482-1492) Guadix se transforma paulatinamente de importante enclave musulmán a ciudad mitrada y episcopal. No fue fácil, ni para los antiguos moradores nazaríes ni para los nuevos y victoriosos castellanos, mudar las ideas y las costumbres: transformar, al fin, a las personas. Las tensiones, los miedos, las indecisiones y los mil avatares internos de las conciencias honradas o no tanto, produjeron mil cambios, tensos y difíciles de asumir.Dos guadijeños del mismo nombre, ambos llamados Abraham, decidieron actuar desde idénticas convicciones, de dos formas completamente diferentes y opuestas. Uno optó por lo que hoy llamaríamos sabotaje terrorista y el otro por una diplomacia tan sutil como dificultosa, entre cuatro monarcas nazaríes y el ímpetu arrollador del poderío militar de los Reyes Católicos.Para colmo, el obispo, cabeza de la ciudad conquistada, intervino en la recreación de las nuevas conciencias.Todo ello tiene lugar en torno a Face Retama, que es santuario del presente, refugio del pasado y evocación constante del futuro: un lugar único con un alma apacible.