Naoko Abe descubrió que, debido a la occidentalización y a la decisión de apostar por una única variedad clonada, se estaba perdiendo la riquísima diversidad de cerezos japoneses, incluido el espectacular Taihaku o "gran blanco". Ingram dedicó su vida a salvaguardar esos árboles y a proteger la tradición de la sakura (palabra japonesa para referirse al cerezo en flor). Ganó en Japón el Premio Nihon Essayist Club en 2016.