SALA ROSE, ROSA / GARCIA PLANAS, PLACID
El 10 de junio de 1942 empezó un enigma que planearÃa sobre el Madrid literario de la posguerra hasta nuestros dÃas: esa tarde, en el ParÃs ocupado, la Gestapo detuvo a César González-Ruano (1903-1965), periodista español y aspirante a marqués. +Por qué lo encerró en la cárcel militar de Cherche-Midi durante setenta y dos dÃas? +Por qué interrogó, con simulación de fusilamiento, a un hombre que desde 1933 habÃa cantado las excelencias de la esvástica? ½No fue por robar relojes, claro está+, escribió Ruano en sus memorias, donde merodea como un zorro por la verdad sin hincarle nunca el diente. ½La verdad, la verdad pura, apenas sirve para nada+, anotarÃa en su diario Ãntimo. +De qué lo acusaron los nazis? +Por qué nunca lo confesó? +Tal vez porque la verdad ½apenas sirve para nada+? Ruano habÃa llegado a ParÃs dos años antes, alcoholizado, y por primera vez en su vida dejó de escribir y trabajar. +De dónde sacaba el dinero para tanto viaje y tanto champán? Cruzó como un pÃcaro del Siglo de Oro la Europa más oscura del siglo XX, y lo más inquietante no es lo que hizo, sino la cantidad de gente que hizo lo mismo que él. Españoles turbios en el ParÃs ocupado, de derechas e izquierdas, ciudadanos de un régimen amigo de BerlÃn en la antesala de Auschwitz. Son muchos los periodistas, poetas y editores que han apuntado la gran sospecha: en ParÃs, Ruano se habrÃa lucrado engañando y robando a judÃos desesperados. Se rumoreaba en El Chiringuito de Sitges, donde se escondió huyendo de la Resistencia francesa. Se lo comentaban unos a otros entre las tazas del Café Gijón. Hubo quien lo relacionó con otra sospecha todavÃa más negra: la matanza y expolio de judÃos que huÃan por Andorra. Pero no habÃa una sola prueba. Y Ruano, con sus medios silencios, gozaba en secreto de su intrigante leyenda. ½ParÃs en plena ocupación era más divertido que dramático+, recordaba. +Qué hizo él en ese ParÃs tan ½divertido+?
El 10 de junio de 1942 empezó un enigma que planearÃa sobre el Madrid literario de la posguerra hasta nuestros dÃas: esa tarde, en el ParÃs ocupado, la Gestapo detuvo a César González-Ruano (1903-1965), periodista español y aspirante a marqués. ¿Por qué lo encerró en la cárcel militar de Cherche-Midi durante setenta y dos dÃas? ¿Por qué interrogó, con simulación de fusilamiento, a un hombre que desde 1933 habÃa cantado las excelencias de la esvástica? «No fue por robar relojes, claro está», escribió Ruano en sus memorias, donde merodea como un zorro por la verdad sin hincarle nunca el diente. «La verdad, la verdad pura, apenas sirve para nada», anotarÃa en su diario Ãntimo. ¿De qué lo acusaron los nazis? ¿Por qué nunca lo confesó? ¿Tal vez porque la verdad «apenas sirve para nada»?
Ruano habÃa llegado a ParÃs dos años antes, alcoholizado, y por primera vez en su vida dejó de escribir y trabajar. ¿De dónde sacaba el dinero para tanto viaje y tanto champán? Cruzó como un pÃcaro del Siglo de Oro la Europa más oscura del siglo XX, y lo más inquietante no es lo que hizo, sino la cantidad de gente que hizo lo mismo que él. Españoles turbios en el ParÃs ocupado, de derechas e izquierdas, ciudadanos de un régimen amigo de BerlÃn en la antesala de Auschwitz.
Son muchos los periodistas, poetas y editores que han apuntado la gran sospecha: en ParÃs, Ruano se habrÃa lucrado engañando y robando a judÃos desesperados. Se rumoreaba en El Chiringuito de Sitges, donde se escondió huyendo de la Resistencia francesa. Se lo comentaban unos a otros entre las tazas del Café Gijón. Hubo quien lo relacionó con otra sospecha todavÃa más negra: la matanza y expolio de judÃos que huÃan por Andorra. Pero no habÃa una sola prueba. Y Ruano, con sus medios silencios, gozaba en secreto de su intrigante leyenda. «ParÃs en plena ocupación era más divertido que dramático», recordaba. ¿Qué hizo él en ese ParÃs tan «divertido»?