Ubicada en el corazón de Europa, la formación rocosa conocida como Externsteine es, al igual que Stonehenge, Delfos, las Pirámides o Monserrat, uno de estos lugares extraordinarios. Cerca de la ciudad de Detmold, en Horn-Bad Meinberg, al noroeste de Alemania, la pétrea silueta se eleva con sus prominentes torres naturales sobre el verde cinturón de la Selva de Teutoburgo como un gigante ante-diluviano. Sí, este sitio fue testigo de la victoria de las tribus de Arminio sobre las legiones de Varo, marcando el primer hito en la historia de la unidad germánica. También aquí el franco Carlos ordenó talar el Irminsul pagano, Pilar del mundo, adornando los caminos de Verden an der Aller con los cuerpos masacrados de los 4.500 rehenes sajones que se negaron a abrazar la nueva fe. Pero la antigua aún permanece viva: aquí, en Externsteine, el árbol muerto de la cruz se confunde con el antiguo roble de la vida, y las runas grabadas en la piedra invocan a ese Dios de muchos nombres que hoy vuelve a despertar en muchas almas y corazones. La existencia misma de Externsteine, con su prodigiosa silueta y sus multiformes y