El islam no es una cultura ni una religión -en el sentido habitual del término, por parte de sociedades occidentales, de raÃces judeocristianas- sino una forma de ser y de vivir. La palabra ½religión+ tiene la connotación cultural latina de ½religare+, que resalta el vÃnculo entre personas de una comunidad, que se unen por medio de los ritos. Por el contrario, el islam se define a sà mismo como Din (la senda), como forma de vida, como sistema de relación entre el ser y la realidad, y no sólo como vÃnculo entre las personas, aunque también exista. En la senda del islam hay principios y formas, pero no dogmas ni misterios. No hay sacerdotes ni iglesia, no hay sacramentos ni liturgia en un sentido representacional: es, simple y llanamente, una manera de vivir y concebir la existencia. ½El deseo de compartir lo más profundo y bello de nuestro ser es el primer regalo, el que abre la puerta de todos los otros dones. Asà nos lo asegura ese Corán Generoso cuya fuente está en una tabla bien guardada+.
El islam no es una cultura ni una religión -en el sentido habitual del término, por parte de sociedades occidentales, de raÃces judeocristianas- sino una forma de ser y de vivir. La palabra «religión» tiene la connotación cultural latina de «religare», que resalta el vÃnculo entre personas de una comunidad, que se unen por medio de los ritos. Por el contrario, el islam se define a sà mismo como Dîn (la senda), como forma de vida, como sistema de relación entre el ser y la realidad, y no sólo como vÃnculo entre las personas, aunque también exista.
En la senda del islam hay principios y formas, pero no dogmas ni misterios. No hay sacerdotes ni iglesia, no hay sacramentos ni liturgia en un sentido representacional: es, simple y llanamente, una manera de vivir y concebir la existencia.
«El deseo de compartir lo más profundo y bello de nuestro ser es el primer regalo, el que abre la puerta de todos los otros dones. Asà nos lo asegura ese Corán Generoso cuya fuente está en una tabla bien guardada».