Paul Porterfield tiene dieciocho años y sueña con ser un gran pianista ovacionado en los teatros del mundo. Entretanto, y mientras se prepara para ingresar en la prestigiosa academia Juillard, es elegido para pasar las páginas de la partitura en un concierto de su ídolo, el célebre Richard Kennington. Pero un buen ayudante, como es sabido en el mundo de la música, debe ser transparente y hacer que las páginas se muevan como si nadie las tocara, siempre unos compases por delante del pianista. Y Paul es demasiado guapo, y sus dieciocho años demasiado radiantes, como para resultar invisible a la muy sensible mirada del atractivo y muy admirado Richard Kennington...