Cada poema de La canción del leopardo está escrito desde la frontera entre la anatomía de la voz que enuncia y el universo que la envuelve, cumplimenta y amenaza con toda su zoología, génesis y destrucción, y lucha por la supervivencia sensual.
Es tu espalda hecha de labio
un vivir más allá del margen
donde como una ausencia
voy ordenando el choque y sus esquirlas.
Eres tú, mujer hecha de albatros,
manantial que con la veladura de una piel
arrastra esa palabra deshilachada
que se ha ido acurrucando
en la esquina más atroz de nuestro silencio
para curarse de acentos y orfandad.