El padre Santiago Martín nos presenta la intuición salvadora y la semilla fructífera a través de la sensibilidad a fl or de piel, y aun de alma, de autores elegidos entre los más signifi cativos de la cultura y literatura del siglo XX. Por estas páginas desfi lan, entre otros, Anatole France, Antonio Gala, Marguerite Duras, Hermann Hesse, Eliot, Gandhi, Tagore, Pessoa, Einstein, Truman Capote, Curzio Malaparte, Julián Marías, Graham Greene, Chesterton, Ortega y Gasset, Saint-Exupéry,... y un larguísimo etcétera hasta completar ochenta citas y sus correspondientes comentarios, hechos a la luz de la fe, para animar al lector a acercarse a Cristo y vivir con intensidad el Evangelio. Se tratan temas como la libertad y el cristianismo, verdad y caridad, la moral y el amor, la ciencia y la fe, política y religión. Con ello consigue demostrar que se saca más de la vida con un talante positivo -conocedor de la bondad de la gente- que con otro negativo que solo sabe criticar y censurar; hay mucho de bueno en nuestro mundo y eso hay que salvarlo, e incluso hay que utilizarlo como material valiosísimo para la construcción del Reino, para la construcción de la cultura cristiana del siglo XXI.
El padre Santiago Martín nos presenta la intuición salvadora y
la semilla fructífera a través de la sensibilidad a fl or de piel, y
aun de alma, de autores elegidos entre los más signifi cativos de
la cultura y literatura del siglo XX. Por estas páginas desfi lan,
entre otros, Anatole France, Antonio Gala, Marguerite Duras,
Hermann Hesse, Eliot, Gandhi, Tagore, Pessoa, Einstein, Truman
Capote, Curzio Malaparte, Julián Marías, Graham Greene,
Chesterton, Ortega y Gasset, Saint-Exupéry,... y un larguísimo
etcétera hasta completar ochenta citas y sus correspondientes
comentarios, hechos a la luz de la fe, para animar al lector a
acercarse a Cristo y vivir con intensidad el Evangelio. Se tratan
temas como la libertad y el cristianismo, verdad y caridad, la
moral y el amor, la ciencia y la fe, política y religión. Con ello
consigue demostrar que se saca más de la vida con un talante
positivo -conocedor de la bondad de la gente- que con otro
negativo que solo sabe criticar y censurar; hay mucho de bueno
en nuestro mundo y eso hay que salvarlo, e incluso hay que
utilizarlo como material valiosísimo para la construcción del
Reino, para la construcción de la cultura cristiana del siglo XXI.