Con este poemario he renunciado a preguntarme quién soy para averiguar qué sucede a mi alrededor. He renunciado a utilizar mi navaja. Lejos, muy lejos de la casa que conocí. He renunciado a adorar para desenmascarar al impostor. He perdido y he aprendido a decir adiós. Me he contradecido y he pedido auxilio. Contengo entre mis manos un contenedor del que brotan flores en su base. Hago hueco a la memoria y al presente le presto un megáfono. He vuelto para firmar la renuncia. Perdono sin olvidar. Con este libro renuncio a estas palabras. Desde el momento en que lo sostengas, tuyas son. Son las personas quienes portan la verdad que más ofende. Puede que la navaja sea la palabra.