"Ahora me enfrentaba a las letras, responsables de la substancia de los nombres. La forma de la letra tenía que expresar aquel
espíritu; redonda, recta, con serif, convertida en trozo de bambú... El pie, el ojo, el puente... Fundía dos dimensiones: logotipo e imagotipo, términos que se popularizarían más tarde. Así empezó mi fascinación. Fui precoz, dije alguna vez, en deslumbramientos y obsesiones.