LIRIO Y SERPIENTE

LIRIO Y SERPIENTE

14,00 €
IVA incluido
Disponible en 48h
Editorial:
ACANTILADO EDICIONES
Año de edición:
Materia
Narrativa extranjera
ISBN:
978-84-15689-62-1
Páginas:
80
Encuadernación:
Rústica
Colección:
NARRATIVA DEL ACANTILADO
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Nikos Kazantzakis inició su carrera literaria con la publicación-bajo el seudónimo de Karma Nirvami-de un desesperado conjuro de amor: Lirio y serpiente, publicado por primera vez en Atenas en 1906. Escrito a los veintidós años, fue inspirado por Kathleen Forde, una joven irlandesa de quien Kazantzakis se enamoró perdidamente mientras recibía de ella clases de inglés y le leía al oído poemas de Byron y de Keats. Con ella consumó su amor a los diecinueve años, cuando se fugaron juntos a las cumbres del monte Psiloritis (Ida), tumbados los dos-como los pastores de un idilio antiguo-sobre el suelo de tierra de la ermita de la Santa Cruz, bajo la mirada hierática y atónita de los iconos de Cristo y de la Virgen. Impetuosa, obsesiva, recalcitrante a veces, de juvenil premura y agitada parataxis, la obra le atormentó toda su vida. A sus setenta años fue entregando todos los ejemplares que le quedaban al fuego. Pero no dejó de contarla entre sus obras, incluyéndola en las anejas a su candidatura a la Academia de Atenas (1945) y al Premio Nobel de Literatura (1946).

Nikos Kazantzakis inició su carrera literaria con
la publicación-bajo el seudónimo de Karma
Nirvami-de un desesperado conjuro de amor:
Lirio y serpiente, publicado por primera vez en
Atenas en 1906. Escrito a los veintidós años,
fue inspirado por Kathleen Forde, una joven irlandesa
de quien Kazantzakis se enamoró perdidamente
mientras recibía de ella clases de inglés
y le leía al oído poemas de Byron y de Keats.
Con ella consumó su amor a los diecinueve años,
cuando se fugaron juntos a las cumbres del monte
Psiloritis (Ida), tumbados los dos-como los
pastores de un idilio antiguo-sobre el suelo
de tierra de la ermita de la Santa Cruz, bajo la
mirada hierática y atónita de los iconos de Cristo
y de la Virgen. Impetuosa, obsesiva, recalcitrante
a veces, de juvenil premura y agitada parataxis,
la obra le atormentó toda su vida. A sus
setenta años fue entregando todos los ejemplares
que le quedaban al fuego. Pero no dejó de
contarla entre sus obras, incluyéndola en las anejas
a su candidatura a la Academia de Atenas
(1945) y al Premio Nobel de Literatura (1946).