El periodismo atraviesa momentos difíciles. Las ventas y la difusión de diarios impresos han alcanzado mínimos históricos. La publicidad se ha desplomado. Las redacciones, esos lugares de trabajo bullentes y caóticos que antaño despertaban cierto romanticismo, se quedan vacíos: cada vez son menos los periodistas que desarrollan su labor in situ debido a un cambio de modelo basado en el teletrabajo. Un modelo que puede ahondar en la precariedad laboral y en una pérdida de calidad para el periodismo. Ha cambiado también la manera de consumir información por parte de la ciudadanía, donde las redes sociales ocupan cada vez un lugar más destacado y donde la desinformación y las noticias falsas son el pan de cada día. Las suscripciones a los medios digitales se han convertido en modelo de presente y futuro, pero su implantación es lenta? Tal vez la crisis desatada por la pandemia sanitaria se haya limitado a hacer más visibles algunos problemas endémicos que ya arrastraba el periodismo, pero también ha activado determinados botones de una maquinaria que puede ser destructiva. Este contexto de dificultades convi