Me llamo Ana, dijo, Ana Frank es la historia de una amistad. Jacqueline van Maarsen rememora las vivencias compartidas con Ana Frank, y también relata su experiencia como judía perseguida por el régimen nazi. Con la muerte de Ana Frank no terminó la amistad entre ambas. Otto Frank, el padre de Ana, fue quien comunicó a Jacqueline su muerte y quien le mostró los diarios que Ana había escrito. Otto se aferró desesperadamente a la amiga más querida de su hija fallecida. Y precisamente esta amistad hizo que Jacqueline no revelara en las primeras décadas posteriores a la guerra que había sido amiga de Ana Frank, y que era la Jopie de su Diario. Sólo apareció en público para desenmascarar algunas "medias verdades" que se divulgaban sobre Ana Frank y reivindicar el valor de su legado. Precisamente en El legado -libro II de este volumen- relata la colaboración con Otto y la Fundación Ana Frank, con la que no siempre estuvo de acuerdo en algunas de sus actuaciones. Otro de los aspectos en los que profundiza Jacqueline es en la relación con su madre, figura crucial en su vida y que murió a la edad de 101 años. "Querida Jacqueline: escribo esta carta para despedirme de ti, lo que te sorprenderá, pero el destino lo ha decidido así." Carta de despedida de Ana a Jacqueline 25 de septiembre de 1942