Desde 1886, cuando Montero Ríos sale elegido diputado por el distrito de Santiago, la urbe pasa a ser una ciudad de condición monterista desde el punto de vista político, y la corporación municipal así se definía. El monterismo se inicia como red clientelar de carácter expansivo donde ideología progresista e intereses locales se mezclaban para darle una posición a escala estatal a la ciudad de Compostela, en contraposición con el pasado más inmediato.
La política municipal en Santiago durante la mayor parte de la etapa de la Restauración siguió una dinámica de ruptura con el turno pacífico, debido a la existencia de un liderato adscrito al partido liberal que formó una «plataforma política» que dominó la ciudad como un «feudo clientelar».
Las concesiones conseguidas de la Administración central para la ciudad de Santiago gracias a la «protección» de Montero y de su red clientelar llevaron a un desarrollo económico y obrero de la ciudad, además de permitir una «monumentalización» de la misma a partir de las actuaciones urbanísticas.
Sin embargo, el caciquismo vino a ser la variante española del clientelismo político que se estaba desenvolviendo en Europa durante la transición del siglo XIX al XX; un factor retardatario en el proceso de racionalización hacia la democratización de la sociedad occidental pero que permitió la «estabilidad» precisa para iniciar reformas en un ambiente sociopolítico todavía en formación, si bien es cierto que por medio de vías ambiguas y opacas que provocaron disfunciones en el sistema. El caso del monterismo en Compostela es un ejemplo de ello.