En Morir en Granada, se hace realidad la afirmación de Antony Beevor: Contar la historia desde abajo es la única forma de narrar las consecuencias de los acontecimiento sobre la gente corriente, en efecto, el autor Francisco Ruiz Esteban ha recorrido los caminos más complicados, quebrados, inhóspitos de la geografía de Granada y de sus provincias limítrofes, a la búsqueda unas veces del documento, otras del testimonio oral de los escasos supervivientes de unos tiempos duros, de hierro y fuego. Su historia es la de gentes de almas recias, seguros de sus convicciones por las que sacrificaron cuanto tenían, hasta la misma vida. Estamos ante cientos de pequeñas historias que configuran una gran historia con unos protagonistas de excepción, los hermanos Quero, que hoy están en el imaginario colectivo de Granada. Morir en Granada es una historia de resistentes, arrojados al monte o a la guerrilla para sobrevivir a una represión ciega e implacable. Los ejemplos de ello son abrumadores y nos mueven a la más profunda reflexión sobre la condición humana, sus bajezas y ruindades, pero también es cierto que en medio de tanta miseria moral aparecen tipos humanos de una generosidad ilimitada, hasta el sacrifico de extremo.