De la revolución de los claveles que surgió en Portugal en 1974, a la emergencia del movimiento okupa en Cataluña a fines de los ochenta. Pasando por la presencia de viejos consumidores de marihuana o grifotas, y de jóvenes apasionados por el hip-hop, grafiteros, los movimientos juveniles presentes en la península ibérica han respondido a tendencias globales, aunque en tiempos y modalidades específicas.