Los misioneros demuestran un gran conocimiento de psicología popular, y saben llegar al corazón del auditorio. Siendo los principales ejemplos al respecto los siglos XVII y XVIII, ocupándonos ahora de la presencia de un jesuita, el Padre Calatayud, para la primera mitad de este segundo siglo, y un capuchino, Fray Diego de Cádiz, para finales ya de esta centuria.
Llegados a Murcia en momentos distintos como objetivo de sus etapas de misión, veremos el eco y trascendencia que, en ambas ocasiones, llegarán a obtener, hasta el punto de que todavía hoy exista alguna pervivencia de su presencia en la ciudad. Con una clara finalidad, como puede llegar a ser, en los dos casos, la mujer y sus posibles males o las diversiones en general. La moral, en suma, de toda una época, estudiada, en este caso concreto, a través de cuanto supone -o puede llegar a suponer- la Historia de las Mentalidades.