Junto a la pregunta teórica o histórica: "¿Qué es literatura?", se plantea hoy de manera acuciante una pregunta crítica y política: "¿Para qué sirve la literatura?" ¿Qué valor le conceden la sociedad y la cultura contemporáneas??¿Qué utilidad tiene? ¿Qué rol debe jugar? ¿Por qué defender su presencia en la escuela? "Mi fe en el futuro de la literatura-escribió Italo Calvino-consiste en saber que hay cosas que sólo ella puede darnos". ¿Para qué sirve la literatura? ?fue la lección inaugural de Compagnon en su cátedra en el Collège de France, leída el 30 de noviembre de 2006. Una reflexión franca sobre los usos y el poder de la literatura. Antoine Compagnon (1950), formado inicialmente como ingeniero de caminos, es catedrático de literatura francesa en la Sorbona de París y en la Columbia University de Nueva York. Desde el año 2006 es también titular de la cátedra de Literatura francesa moderna y contemporánea: historia, crítica y teoría en el Collège de France. Entre sus publicaciones se cuentan, La troisième République des Lettres (1983), Proust entre deux siècles (1988), Les Cinq Paradoxes de la modernité (1990) y Baudelaire devant l'innombrable (2003). Acantilado publicó en 2007 su ensayo Los antimodernos (2005), al que seguirá, próximamente, Gato encerrado: Montaigne y la alegoría (1993). "Una presencia a contracorriente". Marc Fumaroli Porque el lugar de la literatura ha mermado mucho en nuestra sociedad desde la última generación: en la escuela, donde los textos documentales la desplazan, o incluso la han devorado; en la prensa, que atraviesa ella misma una crisis quizá mortal y donde las páginas literarias se marchitan; en el ocio, donde la aceleración digital recorta el tiempo disponible para los libros. De manera que ya no está garantizada la transición entre la lectura infantil -a la cual no le va tan mal, con una literatura para la juventud más atractiva que antiguamente- y la lectura adolescente, considerada tediosa porque requiere largos momentos de soledad inmóvil. [...] La universidad atraviesa un momento de incertidumbre sobre las virtudes de la educación general, acusada de conducir al paro y en competencia con la formación profesional, que, se considera, prepara mejor para la vida laboral, de manera que la iniciación al estudio de la literatura y la cultura humanista, menos rentable a corto plazo, parece peligrar en la escuela y la sociedad del futuro. [...] Leemos porque, aunque leer no sea indispensable para vivir, la vida es más agradable, más clara, más rica para aquellos que leen que para aquellos que no lo hacen. En un sentido más simple todavía: vivir es más fácil -he pensado últimamente en China- para aquellos que saben leer, no solamente las noticias, las instrucciones de uso, las ordenanzas, los periódicos y las papeletas de voto, sino también los textos literarios. Por otra parte, durante mucho tiempo se pensó que la cultura literaria hacía mejores a las personas y proporcionaba una vida mejor. Francis Bacon lo dijo claramente: "La lectura hace a un hombre completo, la conversación hace a un hombre alerta, y la escritura hace a un hombre cabal. Por eso, si un hombre escribe poco, debe tener una buena memoria; si habla poco, debe tener una mente alerta; y si lee poco, debe tener mucha astucia para aparentar saber lo que no sabe". Según Bacon, que pensaba casi como Montaigne, la lectura nos evita tener que recurrir al disimulo, la hipocresía y el engaño; nos hace, por tanto, sinceros y fiables, o, simplemente, mejores. [...] Por su parte, el crítico Harold Bloom y el escritor Milan Kundera no tienen ningún reparo en reconciliarse con una ética de la lectura: "La respuesta definitiva a la pregunta "¿por qué leer?"-escribe Bloom- es que sólo la lectura atenta y constante proporciona y desarrolla plenamente una personalidad autónoma". La lectura favorece la formación de una personalidad independiente, capaz de ir al encuentro del otro. Paul Ricour no sugería otra cosa cuando planteaba que la identidad narrativa -aptitud para poner por escrito de manera concordante los acontecimientos heterogéneos de la existencia- era indispensable para la constitución de una ética. Según Kundera, la novela "desgarra el telón" de los prejuicios, de la doxa o de lo hecho a medida, lo que Bloom llama el "cant", el lenguaje estereotipado o el pensamiento único que recuerda la Cacania de El hombre sin atributos -o la Cancania, según un feliz lapsus-. De acuerdo con una máxima de Samuel Johnson muy apreciada por Bloom: "Clear your mind of cant", "limpie usted su espíritu de hipocresía", o incluso del fariseísmo, del conformismo y de la ceguera de sí, que era como William Hazlitt entendía el cant. La literatura desconcierta, molesta, despista, desorienta más que los discursos filosóficos, sociológicos o psicológicos, porque se dirige a las emociones y a la empatía. De este modo, recorre regiones de la experiencia que los otros discursos desdeñan, pero que la ficción reconoce en los menores detalles. Según la hermosa expresión de Hermann Broch, recordada por Kundera, "la única moral de la novela es el conocimiento; es inmoral aquella novela que no descubre parcela alguna de la existencia hasta entonces desconocida". La literatura nos libera de nuestra forma convencional de considerar la vida -la nuestra y la de los otros-, destruye la buena conciencia y la mala fe. Por definición contraria y paradójica -protestante, como el protervus de la antigua escolástica; reaccionaria en el buen sentido-, resiste a la estupidez, no con la violencia, sino de una manera sutil y obstinada. Su poder emancipador, que nos conducirá en ocasiones a buscar derrocar a los ídolos y cambiar el mundo, permanece intacto, aunque más a menudo nos hará, sencillamente, más sensibles y más sabios, en una palabra: mejores. ANTOINE COMPAGNON
Junto a la pregunta teórica o histórica: «¿Qué es literatura?», se plantea hoy de manera acuciante una pregunta crítica y política: «¿Para qué sirve la literatura?» ¿Qué valor le conceden la sociedad y la cultura contemporáneas?_¿Qué utilidad tiene? ¿Qué rol debe jugar? ¿Por qué defender su presencia en la escuela? «Mi fe en el futuro de la literatura?escribió Italo Calvino?consiste en saber que hay cosas que sólo ella puede darnos». ¿Para qué sirve la literatura? _fue la lección inaugural de Compagnon en su cátedra en el Collège de France, leída el 30 de noviembre de 2006. Una reflexión franca sobre los usos y el poder de la literatura.