En el invierno de 1990, fracasado su proyecto para una película sobre Rossini, Robert Altman abandona Italia. Pide algo para leer en el avión, su secretaria le da varios libros de Raymond Carver y, cuando llega a los Estados Unidos, Altman tiene la certeza de que allí hay otra película. Absolutamente fiel al estilo, a una visión de América, de unos tiempos y de una manera de vivir, y libre con respecto a la letra, las formas, los personajes, Altman ha dialogado con Carver, ha entrelazado y combinado historias, ha movido los personajes de un cuento a otro, estructurando, a su manera y en otro medio, la novela que Carver escribiera con sus cuentos.
En 1990 Robert Altman leyó los relatos de Carver y tuvo claro que allí había una película. Para realizarla, el ci- neasta «dialogó» con el escritor, combinó sus textos, movió personajes de una historia a otra y, a su manera, compuso una suerte de memorable «gran novela americana» filmada. Estos son los relatos que inspiraron la película.