RAFAEL BONILLA CEREZO / PAOLO TANGANELLI
Las inacabadas Soledades, que pudieron haberse convertido en prodigiosa sinfonía de cuatro movimientos, fusionan modelos y rastros dispares para revitalizar el legado neopetrarquista, a la vez que ensayan la dolorosa respuesta ideológica de Góngora ante la crisis del reinado de Felipe III. Y todo (o casi) lo necesario para descifrar este contra-discurso se cincela en lo que hemos denominado «retablo emblemático», identificable –no sin cierta flexibilidad– con la Dedicatoria y los primeros 320 versos de la Soledad de los campos. En esta sección, que introduce en un mundo nuevo no solo al poeta y a su peregrino, sino a la literatura del Siglo de Oro y al lector de cualquier tiempo, las formas icónico-verbales de Alciato, Orozco, Covarrubias y sus herederos brindan una pista fecunda a la hora de explorar el gesto de desafío de las silvas del cordobés.