Tantos tontos tópicos aspira a acercar la reflexión moral y política a la gente analizando las expresiones más frecuentes. A partir de una serie de frases hechas y lugares comunes, con preferencia de naturaleza ética y política, analiza qué cree el ciudadano que está diciendo y qué está diciendo en realidad. Con tono decididamente combativo y apasionado, Arteta edifica una defensa de la moral, de la filosofía, de la política práctica, como herramientas de maduración personal y crítica. Con estas armas, le da la vuelta a tantos tópicos, aparentemente inofensivos, que en realidad envuelven visiones dañinas de cuestiones tan fundamentales como la vejez, la normalidad, el cuerpo, la imagen, la igualdad, el relativismo, el juicio o el valor. Burla burlando, va derrumbando el edificio de cretinismo que nos envuelve y ofrece una panorámica luminosa de las enormes posibilidades del pensamiento. Algunos ejemplos de Tontos Tópicos: Mi cuerpo es mío Respeto sus ideas, pero no las comparto Bueno, es su cultura Sólo cumplo con mi deber Una cosa es la teoría y otra la práctica. Desapruebo lo que dices, pero defiendo tu derecho a decirlo. Todas las opiniones son respetables
La filosofía práctica no está hecha para predicar en el vacío, sino para guiar nuestra conducta privada y pública. Como una vía de acercar esa reflexión a la gente, Aurelio Arteta nos propone reunir estos tópicos tan familiares a fin de escudriñar sus flacos fundamentos y efectos perversos. Ellos delatan las creencias dominantes, los grandes prejuicios colectivos. Tantos tontos tópicos recoge desde las excusas más socorridas de la irresponsabilidad y la pereza hasta la retórica ordinaria sobre la violencia o la democracia.Son estos comodines del lenguaje ordinario los que nos aportan la seguridad de que no estamos solos. Tal es la función primera de los tópicos: acomodarnos al grupo, vestirnos a la moda verbal del momento, volvernos normales. A base de amontonar esos lugares comunes, construimos nuestra comunicación más impersonal y automática.Decir lo que se dice nos permite opinar sin la molestia de pensar lo que decimos y, de paso, alcanzar la ilusoria certeza de entender y ser entendidos. Y en ésas estamos.