La palabra TEOREMA, que da título al libro, en griego clásico significa literalmente “lo que está a la vista” e invita al lector a mirar de forma peculiar el proceso de humanización a través de la técnica y la ciencia, acompañado por el autor, un ingeniero y profesor dedicado durante años a conocer cómo actúa la inteligencia de los jóvenes en los procesos de aprendizaje.
Las primeras elaboraciones mentales conscientes debieron hacerse en clave emocional, quizás semejantes a nuestros sueños actuales. A partir de este mundo emocional intenso y variado, el hombre pudo acceder a estados de consciencia más avanzados y permanentes, a recuerdos más antiguos capaces de potenciar la conciencia individual, mucho antes de hacerse racional.
Eliminado en el hombre el perpetuo olvido de sí mismo, mano y cerebro iniciaron juntos una aventura extraordinaria, cuyo logro más evidente es la técnica, que los antiguos griegos relacionaron genialmente con el arte, con la creatividad humana. La mano condicionó el tipo de lógica que arraigó inicialmente en el psiquismo humano, antes de que el lenguaje potenciara la capacidad de razonar con palabras e ideas.
Los seres humanos pertenecemos a nuestro pasado, como el hombre adulto pertenece al niño que antes fue. El proceso de humanización ha sido delicado y difícil. Quizás el niño y el adolescente sean lo más parecido al eslabón de la cadena evolutiva que uniese el adulto humano actual con sus antepasados más remotos.