TIERRA, TRAGAME, Y ESCUPEME EN EL CARIBE

TIERRA, TRAGAME, Y ESCUPEME EN EL CARIBE

19,90 €
IVA incluido
Disponible en 48h
Editorial:
MARTINEZ ROCA S.A. EDICIONES
Año de edición:
Materia
Narrativa extranjera
ISBN:
978-84-270-4209-4
Páginas:
328
Encuadernación:
CUARTO - RUSTICA
Colección:
19,90 €
IVA incluido
Disponible en 48h

½Era jueves, mediados de abril. Se me acababa de terminar la lecheáde soja y me había bajado la regla aunque, según la aplicación delámóvil y mis cálculos, tenía que venir una semana después, pero allíála tenía, en todo su esplendor. El final perfecto para otra semanaáperfecta. Me estaba mirando en el espejo y lo único que veía eraáuna cara hinchada como una torta de pan y unas ojeras que parecíanálas de un oso panda. Que igual no era por la regla, que igual eraáporque me había pasado toda la noche llorando. Llevaba tres díasásin lavarme el pelo y cinco sin salir de casa. Bueno, el domingo habíaábajado la basura, pero eso no contaba porque sólo me había puestoáel abrigo encima del pijama. +Sabéis esas personas que iluminan unaásala con su belleza y personalidad? Pues yo soy la que se apoya enáel interruptor sin querer y apaga la luz. O al menos, así me sentía.áEl caso es que fue verme con aquellas pintas, en el fondo de un pozoáestético, y decirme a mí misma (últimamente hablaba muchoáconmigo misma): Alba, tienes que hacer algo...+áHasta aquí, y sólo hasta aquí, quizá encuentres parecido entre estaánovela y otras ½de chicas+. Pero a partir de estas líneas, prepárateáporque vienen curvas. Ojo, si lees este libro en público corres eláriesgo de que se te queden mirando cuando estalles en carcajadasádescontroladas (cosa que te va a pasar casi en cada página,ápor cierto). Luego no digas que no te avisamos.

«Era jueves, mediados de abril. Se me acababa de terminar la leche de soja y me había bajado la regla aunque, según la aplicación del móvil y mis cálculos, tenía que venir una semana después, pero allí la tenía, en todo su esplendor. El final perfecto para otra semana perfecta. Me estaba mirando en el espejo y lo único que veía era una cara hinchada como una torta de pan y unas ojeras que parecían las de un oso panda. Que igual no era por la regla, que igual era porque me había pasado toda la noche llorando. Llevaba tres días sin lavarme el pelo y cinco sin salir de casa. Bueno, el domingo había bajado la basura, pero eso no contaba porque sólo me había puesto el abrigo encima del pijama. ¿Sabéis esas personas que iluminan una sala con su belleza y personalidad? Pues yo soy la que se apoya en el interruptor sin querer y apaga la luz. O al menos, así me sentía. El caso es que fue verme con aquellas pintas, en el fondo de un pozo estético, y decirme a mí misma (últimamente hablaba mucho conmigo misma): Alba, tienes que hacer algo...» 

Hasta aquí, y sólo hasta aquí, quizá encuentres parecido entre esta novela y otras «de chicas». Pero a partir de estas líneas, prepárate porque vienen curvas. Ojo, si lees este libro en público corres el riesgo de que se te queden mirando cuando estalles en carcajadas descontroladas (cosa que te va a pasar casi en cada página, por cierto). Luego no digas que no te avisamos.

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