Hasta que el surrealismo hiciera una voluntaria incursión en el terreno del inconsciente, la poesÃa que pretendÃa ser disparatada, no parece haber sido muy corriente. Eso no hace sino incrementar mi admiración por Edward Lear, quien fue uno de los primeros escritores en tener por tema la pura fantasÃa, con paÃses imaginarios y palabras inventadas, que expresa una suerte de simpática locura, asà escribe George Orwell en el epÃlogo a este libro. Ese humor que, en Inglaterra, pasa tradicionalmente por el nonsense, el sinsentido, al que, después de Lear, también recurrió Carroll para, como él, ridiculizar la lógica por medio de la lógica.
Hasta que el surrealismo hiciera una voluntaria incursión en el terreno del inconsciente, la poesÃa que pretendÃa ser disparatada, no parece haber sido muy corriente. Eso no hace sino incrementar mi admiración por Edward Lear, quien fue uno de los primeros escritores en tener por tema la pura fantasÃa, con paÃses imaginarios y palabras inventadas, que expresa una suerte de simpática locura, asà escribe George Orwell en el epÃlogo a este libro. Ese humor que, en Inglaterra, pasa tradicionalmente por el nonsense, el sinsentido, al que, después de Lear, también recurrió Carroll para, como él, ridiculizar la lógica por medio de la lógica.