Nacido en Sulmona en 43 a.C., Ovidio es uno de los máximos poetas de la Antigüedad, grandeza que se revela tanto en las magnas Metamorfosis como en la delicada línea erótica de los Amores o El arte de amar. Como explica en su introducción Rafael Herrera Montero, responsable asimismo de la cuidadosa traducción del volumen y las notas que lo acompañan, fue precisamente el atrevimiento de su obra amatoria, poco grato al emperador Augusto, junto con un error de naturaleza desconocida, lo que provocó en 8 d.C. la orden imperial que le llevó al destierro en Tomis, a orillas del mar Negro, donde, movido por el pesar y la nostalgia de Roma y de su vida, escribió las Tristes y las Cartas del Ponto, obras que por sí solas le situarían dentro de los grandes de la lírica universal, y murió nueve años más tarde.