Don Daniel, huérfano de padre y madre a los ocho años, tuvo que hacer frente, desde muy pequeño, a la difícil situación en la que se encontraba. Lo primero, abandonar Sevilla para trasladarse a El Fargue con una hermana solo unos años mayor y que había encontrado trabajo en la Fábrica de Pólvoras. Él mismo empezó muy pronto a trabajar, lo que no le impidió seguir su formación hasta lograr, ya en época de la República, el título de Maestro. Su escuela fue la de Trujillos, pero cuando empezó la guerra estaba de vacaciones en El Fargue con su familia: su mujer y un hijo de dos años. Allí empezó su pesadilla al ser detenido.