Imaginemos a una mujer llamada Helga Pato que acaba de internar a su marido, un famoso escritor, en un psiquiátrico. Imaginemos que en el viaje de vuelta conoce a un locuaz individuo que dice se médico de ese mismo hospital y que se lanza a perorar sobre sus pacientes y sus delirios. Este es el punto de partida de una sucesión de hechos y personajes extraordinarios, enigmáticos y disparatados.
Después de dejar a su marido ingresado en un hospital psiquiátrico en el norte, una mujer regresa en tren a Madrid. En el vagón, un desconocido, para amenizar el viaje, le pregunta de pronto: «¿Le apetece que le cuente mi vida?». Se trata de Ángel Sanagustín, psiquiatra que trabaja en la misma clínica y estudioso de los trastornos de la personalidad a través de los relatos y los escritos de los pacientes. Esos textos son los que guarda en una carpeta roja que lleva consigo. Hay casos de esquizofrenia, de dobles vidas, de paranoicos convencidos del control gubernamental a los ciudadanos mediante la clasificación de sus desperdicios. Cuando el psiquiatra baja un momento en una de las paradas en busca de un refresco y pierde el tren, la mujer tiene en sus manos la carpeta con los escritos. Irresistiblemente, querremos leerlos con ella.