Conocemos a Hugh Hefner por su imperio Playboy, un poderoso grupo mediático centrado en las revistas ½para adultos+. Lo que el público desconoce es su pionera labor como artífice de las casas del placer. Entroncando con el pensamiento utópico francés decimonónico, o incluso la Tierra Prometida de Karl Marx, Heffner se embarcó desde los años cincuenta en un ambicioso proceso arquitectónico con un solo objetivo: vigilar y complacer a sus moradores.