Este poemario trata de lo insondable y trata también de lo evidente. Una idea o un tema se impone sobre el resto: el tiempo girando en torno a un yo o a un nosotros y ese yo o ese nosotros girando en torno al mundo y el mundo, a su vez, girando alrededor de un atardecer prolongado. La lectura de Y que calle la noche me sugiere dos imágenes: alguien deshaciendo un puzzle y alguien intentando cortar redes con cuchillos de juguete.