Los padres de Feli están separados, pero la niña lo lleva bastante bien. Vive en Viena con su madre, en una casa estupenda, y ve a su padre siempre que quiere. La madre de Feli, que es periodista, recibe una oferta interesante para trabajar en Munich. Feli no quiere cambiar de ciudad y su madre decide dejarla en casa de su tía Rosalía; pero la estancia allí se le hace insostenible y la joven decide ir a Munich con su madre. Al enterarse de que ésta tiene novio, Feli vuelve a Viena y se instala en casa de su padre. La convivencia entre padre e hija es al principio difícil. A ambos les cuesta adaptarse y vivir en armonía. Poco a poco se van conociendo mejor y, al final del relato cuando la madre vuelve a Viena, comprueba que Feli es feliz y quiere seguir viviendo con su padre.