Prólogo de Ricardo Díez Hochleitner La clase es una obra de arte menor. Es el primero de los descubrimientos que el autor de este libro realiza tras la lectura de más de cien eminentes cronistas -autores de libros de memorias- acerca de la formación educativa que recibieron en su infancia y en su juventud. Otro descubrimiento es el poder, atestiguado con expresiones muy hondas y entrañables, que poseen los profesores para constituirse en figuras con las que identificarse profundamente. En la cumbre de la docencia, están los maestros que aplican, libremente, lo que su personal carisma les inspira. Y en los entreactos, el libro trata de lo que se hace bien y mal a propósito de la autoridad, la plasticidad, la densidad, el tempo, la presencia, el habla, los gestos... Todo un breviario de meditación pedagógica sobre un trasfondo muy amplio de cultura contemporánea.
La clase es una obra de arte menor. Es el primero de los descubrimientos que el autor de este libro realiza tras la lectura de más de cien eminentes cronistas -autores de libros de memorias- acerca de la formación educativa que recibieron en su infancia y en su juventud. Otro descubrimiento es el poder, atestiguado con expresiones muy hondas y entrañables, que poseen los profesores para constituirse en figuras con las que identificarse profundamente. En la cumbre de la docencia, están los maestros que aplican, libremente, lo que su personal carisma les inspira. Y en los entreactos, el libro trata de lo que se hace bien y mal a propósito de la autoridad, la plasticidad, la densidad, el tempo, la presencia, el habla, los gestos... Todo un breviario de meditación pedagógica sobre un trasfondo muy amplio de cultura contemporánea.