En una sociedad cambiante y compleja, es imprescindible priorizar la educación emocional. Estimular nuestras capacidades emocionales desde pequeños es clave para adaptarse a un mundo cada vez más exigente. En los últimos años, los problemas de salud mental en menores han aumentado un 47%, y la OMS insta a reforzar los servicios de salud mental y apoyo psicosocial. Las evidencias demuestran los enormes beneficios personales y sociales de la educación emocional, hasta el punto de considerarla un predictor del éxito y el bienestar. Crece la conciencia social sobre su importancia para desarrollar competencias emocionales esenciales. Un niño con una buena base emocional tendrá confianza, aprenderá de sus errores, desarrollará habilidades sociales y resolverá conflictos; podrá afrontar retos y comunicarse de manera asertiva y exitosa. Como una semilla que crece, es necesario CULTIVAR las emociones de los pequeños con paciencia, cariño y respeto, sabiendo que los resultados serán a largo plazo. Cultivar esas emociones los formará integralmente y les permitirá desarrollar valores, competencias y estra