"Nacimos para cooperar", enunciaba el estoico Marco Aurelio. Este ensayo pretende ser un mínimo tributo a esta idea en un momento en el que observamos que la concepción estoica de una ciudadanía terrestre ha conseguido dar, a través de las reuniones ambientales y climáticas internacionales, algunos tímidos pasos hacia su génesis y fundamentación. Pero la cooperación cuenta con adversarios, tanto teóricos como institucionales y políticos. Este libro trata de darles respuesta desde una concepción ecológica de la ética y, como tal, interactiva y holista. Entre los primeros adversarios de una filosofía y de una práctica de la cooperación, sobresale la visión antropológica estrecha del ciudadano como homo economicus, autointeresado y siempre dispuesto a echar las culpas del cambio climático a otros ("¡no es culpa mía!"). Sin embargo, esta visión aún dominante en las ciencias sociales, no cuenta con el apoyo de las ciencias naturales ni sociales -en algunas de sus últimas contribuciones- que apuntan, más bien, a la idea de que somos seres reciprocantes; ni altruistas ni egoístas, sino generalmente dispuestos a co